domingo, 1 de mayo de 2011

La respuesta a nuestro "yo" imperfecto.


Pueden perderse muchas cosas en el trayecto de la vida. Puedes perder amigos, familia, dinero, bienes, sentimientos.
Puedes perderlo todo y puedes no ganar nada. Puedes perder el apoyo y caer, puedes perder las piernas y tener que arrastrarte, puedes dejar de ser lo que eres para caer en la existencia que nada tiene que ver con lo que eres.

Ese día llegará y dejarás de lado a todo, dejarás de lado todo lo que te importa porque sólo quieres recuperar esa cosa que te ha cegado, esa cosa por la que las demás pierden el brillo. Te convertirás en una babosa que se arrastrará por un poco de comida. Estarás sólo.

Sólo hasta que abras los ojos. Sólo hasta que veas que no has perdido lo más importante en tu vida. Sólo hasta que veas que por mucho que pierdas, tienes la opción de conservar algo siempre a tu lado. ¿Qué? Tu orgullo.
Pierde a un amigo, pierde tu vida, el amor, la amistad, tu dinero, tu saber, piérdelo todo.
Drógate, fuma, cae en la desesperación, conviértete en una simple marioneta del azar.
Emborráchate, bébete hasta el agua de los floreros, intenta no ser tú. Pero, si consigues, tras haber caído en el nihilismo, dar el paso hacia el superhombre, nada de esto te importará.

Conservas tu orgullo. El orgullo nunca te va a traicionar, es lo único de lo que puedes depender. Es tu mejor amigo, tu mejor aliado. Es parte de ti, una prolongación de tu alma. El orgullo es el ídolo que debes de seguir, dejando de lado a la razón.

El orgullo eres tú.

                                                        Saludos de tu “yo” imperfecto.

miércoles, 27 de abril de 2011

Fuego.

Porque hoy es el día. Llevamos esperando años y años, escondidos como comadrejas, sin salir, por miedo. Ese miedo nos ha hecho perder la humanidad que teníamos. Ese miedo nos ha hecho matarnos entre nosotros, desesperarnos, llorar, gritar, morir.
Pero a la vez ese miedo ha ido prendiendo una llama en nuestros corazones: la llama de la esperanza.
Ahora esa llama nos hace una llamada a la guerra: debemos enfrentarnos a la oscuridad.
Debemos alcanzar nuestro objetivo. Debemos prender fuego a la oscuridad.
Aquí y ahora.

martes, 26 de abril de 2011

Casualidad.

No se trata de una casualidad cualquiera. Se trata de una casualidad que puede cambiar la rutina. Una casualidad que puede cambiarlo todo. Tres y una elección. ¿Casualidad o constancia?
La elección conlleva perder algo, algo que quizás no has ganado aún. Puedes seguir prefiriendo a la constancia y toda la vainilla que ella te ofrece, o puedes apostar por la casualidad, descubrir en esa casualidad el nuevo aroma a vainilla que estás descubriendo, aroma que no esperabas oler, aroma que un día llegó a ti.
¿Dudas de la constancia? ¿Tienes miedo de perder aquello que no tienes?
Puedes tener miedo de la constancia y de la casualidad, pero si no apuestas por algo, vas a caer.

lunes, 25 de abril de 2011

Lágrima.

Llorar. Siempre llorar. Siempre se acaba llorando.
Lloré en los momentos más tristes de mi vida, y en los más felices. Pase lo que pase, siempre se va llorar: cuando alguien se muere, cuando algo sale bien o cuando pierdes a algo importante para ti.
Pero ninguno de estos llantos es el más triste. El llanto más triste es aquel que nace de la confusión de dos sentimientos.
Nace de la hermandad de de la tristeza y de la felicidad, nace de la unión de la noche y el día. Este sentimiento es un híbrido imperfecto, que llora de rabia, de dolor, de felicidad, de orgullo.
Este llanto brotará cuando los celos se apoderen de ti y te conviertan en una persona totalmente distinta a lo que eres.
Este llanto nacerá cuando no sepas si amar es lo correcto y deberías dejar de hacerlo.
Cuando, una noche, llores y llores, y no quieras llorar, sabrás lo que se siente.
Llorarás y llorarás hasta no tener lágrimas, lo harás en silencio por miedo a molestar.
No querrás que nadie sepa que estás llorando, no querrás que nadie sepa en lo que te has convertido. Ansiarás que nada hubiese pasado, que no hubieses dado ese paso hace un tiempo.
Estás destinado a llorar en esta cárcel de papel, y cada vez que pienses que las lágrimas te van a sacar de ahí, alguien volverá a colocar la cárcel.
Y ahí dentro lo recordarás todo: su olor, su sonrisa, su pelo, las cosquillas y todos los momentos que vivisteis.
Recordarás aquella noche en la que llevaste a esa princesa a cuestas. El tacto de su mano, el perfume de su cuello.


Entrada dedicada a Cristina, por animarme a abrir esto.